miércoles, abril 04, 2012

Estado de emergencia




Es de todos sabido que en las manifestaciones, siempre que haya un incidente de violencia, por muy minoritario y aislado que éste sea, los medios de comunicación –hasta los más progresistas- no se abstendrán de publicar las fotos del altercado. Si no hay imágenes impactantes, el valor informativo de la manifestación es nulo. (Una afluencia masiva o la existencia de eslóganes ingeniosos pueden aportar también valor gráfico a la manifestación, por lo que el nivel de importancia que se le dé a un hecho u otro será lo que marque la posición política que toma el medio.) Una viñeta que ha circulado últimamente por las redes sociales ilustra perfectamente este hecho.





Es también de todos sabido que la policía reiteradamente ha incitado, directa o indirectamente, a que se cometan acciones de violencia en las manifestaciones. Quien sea un asiduo de las protestas de la izquierda, habrá visto –en persona o en fotografía- a policías infiltrados entre la gente que participa en los disturbios, lo que se descubre cuando esa misma persona vestida con un palestino u otro atuendo que lo confunda con los agitadores aparece arrestando a otra persona que ha participado en los mismos altercados que él ha instigado. A veces, la policía hace la vista gorda para que los violentos actúen, para a continuación arremeter contra ellos. El objetivo de la policía es doble: primero, criminalizar al movimiento; segundo, desviar la atención. El principal objetivo de la prensa es captar una imagen espectacular e impactante que capte la atención de su audiencia. La función –a veces colateral, a veces perseguida- coincide con la de la policía. Estas imágenes desvían, irremediablemente, la atención de los objetivos de la protesta. En la mayoría de los casos, también sirven para criminalizar a un movimiento.


Esto se prueba en cómo este discurso difundido por los medios afecta inconscientemente a la mentalidad de las personas que participaron en dicha protesta. Aquellos que han tomado parte en una manifestación en la que ha habido algún tipo de acción violenta parecen obligados a justificar su participación, alegando que no han tenido nada que ver con los actos violentos. En algunos casos cuando las razones para participar en las movilizaciones –me refiero ya directamente a la huelga general del 29-M- están tan claramente motivadas. Y es que cuando sucede un acto de violencia en una protesta, a todo aquél que sea parte de la manifestación se le va a reprimir, bien sea mentalmente, bien sea físicamente. La policía –y en estos los Mossos d’Esquadra se llevan la palma- encuentra su excusa para desplegar la fuerza: balas de goma, gases lacrimógenos, patadas… Angelo Cilia, que ha perdido la visión de un ojo por el impacto de una bala de goma lanzada por los Mossos d’Esquadra en la manifestación del 29-M en Barcelona, defiende no haber participado en los actos violentos. Es decir, tiene que justificar no haber participado en tales actos. Como si la censurable (en mi opinión más por razones tácticas que éticas) actuación de romper un escaparate o quemar un contenedor mereciese ser castigada con la pérdida de un ojo. Siete personas han perdido la visión de un ojo por culpa de las balas de goma en Catalunya en los últimos cuatro años. ¿No se trata de un coste demasiado alto?




Lo más grave es que este fenómeno ha alcanzado a la Justicia. (De hecho, gracias a la Reforma Laboral la criminalización del derecho a huelga puede ser convertida en ley.) Daniel Ayyash e Ismael Benito fueron detenidos cuando formaban parte del piquete informativo que estudiantes y profesorado llevaron a cabo en la Diagonal de Barcelona el 29-M por la mañana. Dani e Isma fueron arrestados a las 10.30, cuando se quedaron rezagados del grupo. No participaron en ningún acto violento (como ven, yo también tengo que justificarlo). Sin embargo, fueron arrestados junto a otras treinta personas y llevados a la comisaría de Les Corts. La mayoría de los arrestados, como procede en estos casos, fueron puestos en libertad después de declarar. Sin embargo, se dictó prisión preventiva provisional y sin fianza sobre Isma y Dani y se les trasladó a la prisión de Quatre Camins. Esta condena sólo se impone sobre aquellos que puedan reiterar en hechos delictivos o donde haya riesgo de fuga. Dani e Isma no pueden ser reincidentes cuando no tienen antecedentes penales. Son estudiantes, uno, de Física y, otro, de la doble titulación de Física y Matemáticas, con buen expediente académico, miembros de la Associació d’Estudiants Progressistes y participan activamente en la vida democrática y cultural de la Universitat de Barcelona. Son acusados de haber participado en las acciones violentas que ocurrieron en la tarde del 29-M, cuando ellos llevaban ya horas arrestados. Se alega además que puedan cometer actos vandálicos en las protestas del 1 de mayo, en la cumbre del Banco Central Europeo y en el derbi Barça-Espanyol. Por coherencia ideológica y principios, Dani e Isma participarán seguro en las protestas del 1 de mayo y contra la cumbre del BCE, con una actitud crítica y no violenta, como siempre han hecho. Meterlos es el mismo saco que los que participan en los enfrentamientos de los hinchas del fútbol me parece un insulto. Además es inaceptable, además de ilegal, que se prive de libertad a alguien por acciones que puedan cometer en un futuro. Lo que es más, no sólo no se ha respetado su presunción de inocencia, sino que se les ha metido en prisión sin juicio previo. Se trata, por tanto, de una detención política. En un comunicado de varias asociaciones de abogados y por los derechos humanos, se declara que una sentencia como ésta puede comportar “la criminalización preventiva de la protesta ciudadana y la desnaturalización de derechos fundamentales para la existencia de una sociedad democrática.”
Pero volvamos a las imágenes de los actos violentos. Con estas imágenes en las manos, tanto el Consejero de Interior de la Generalitat de Catalunya, Felip Puig, como sus medios afines, pueden pedir que se endurezca la ley contra aquellos que ejercen la violencia. Los medios de comunicación pueden empezar debates con los que contextualizar dichas imágenes, argumentando que quizá se deba a una mezcla entre la impunidad que tienen y a un afán de diversión (esto ya está sucediendo en La Vanguardia). Ante tal ataque, se puede responder con fotos que muestran la violencia de la policía: una persona con un ojo ensangrentando (del que va a perder la visión), junto a la expresión de terrible desconsuelo de su pareja; o de un minusválido en silla de ruedas que es arrestado en la concentración de apoyo a los detenidos del 29-M. Estas imágenes pueden circular en las redes sociales y contradecir el “discurso oficial” que se está alentando en muchos medios. Sin embargo, no pueden funcionar de una manera política, que levante una reflexión más allá de la indignación y el conocimiento de algo que está pasando. Para ello, haría falta un pie de foto, un comentario bajo la imagen. Ése es el caso de otra foto que circuló por Facebook, en la que aparecían Rajoy y Montoro y un comentario que decía: Los violentos quemando tus derechos a cara descubierta. Después, está El Roto.


Ante la situación tan grave que se está viviendo en el país, con la reducción de derechos, con los severos recortes que están golpeando a la población y con la privación de libertades básicas, debemos responder. Se están llevando a cabo medidas que se justifican tan sólo desde un estado de excepción. Nosotros nos tenemos que dar cuenta de que vivimos en un estado de emergencia (llevamos tiempo viviendo en un estado de emergencia) y que tenemos que actuar ya.

domingo, diciembre 12, 2010

Las universidades británicas en lucha por su futuro (IV): “La lucha no ha terminado. Es sólo el principio”

Una foto está recorriendo el mundo. La foto en que aparecen el Príncipe Carlos y su mujer Camilla en su Rolls-Royce, asustados por el ataque de un grupo de jóvenes que rompió una ventana de su coche y lo roció de pintura. El heredero a la Corona británica y la duquesa de Cornwall iban al teatro cuando se vieron sorprendidos por una masa de estudiantes que, después del resultado de las votaciones en el Parlamento, se dispersaron y comenzaron a descargar su ira con violencia. Puede tratarse de un hecho puntual que no tiene relación directa con lo que se estaba jugando el 9 de diciembre en Londres: la subida de las tasas universitarias hasta 9.000 libras. Estos focos de violencia que protagonizó una parte de los manifestantes fueron además criticados por otra gran parte de los estudiantes que abogaban por una marcha pacífica. Pero también hay que entender que tanto el ataque al coche real, como el destrozo de las ventanas de edificios del Gobierno y el enfrentamiento directo con la policía, forman parte de una profunda rabia que se ha labrado entre los estudiantes frente a los dirigentes de su país. Se puede entender esta revuelta en cierta manera como una lucha de clases, si bien espontánea y sin una conciencia política demasiado organizada. Durante las protestas del último mes se ha acusado a los Conservadores de ser una panda de millonarios que gobierna solo para sus intereses. Asimismo, las diferencias de clase en el Reino Unido están mucho más marcadas que en otros países europeos y el malestar social que eso implica sale de vez en cuando a la luz. Éste ha sido uno de los casos. La subida de los precios de la matrícula universitaria hasta 9.000 libras puede dejar a gran parte de las clases populares sin acceso a la Educación Superior. Si a eso se le añade la supresión del EMA, una pequeña ayuda destinada a jóvenes de entre 16 y 19 años de las clases más desfavorecidas para seguir con sus estudios mas allá de la enseñanza obligatoria, esta sutura se puede hacer mucho mayor. El recorte del presupuesto universitario dedicado a la enseñanza podría además reducirse en un 80%, lo que dejará a muchas universidades británicas en una situación muy débil para afrontar su futuro. Muchas carreras que no son económicamente productivas se ven claramente amenazadas.

El Parlamento finalmente aprobó la subida de las tasas universitarias hasta un mínimo de 6.000 libras y un máximo de 9.000. Estas medidas se pondrán en práctica a partir de septiembre de 2012 y no afectará a los que ya hayan empezado sus títulos. La votación pasó con un margen mucho menor del que se esperaba. La diferencia ha sido de 21 diputados. Eso quiere decir que 21 Liberal-Demócratas votaron al final en contra, tal y como prometieron antes de las elecciones, y 8 se abstuvieron. Sin embargo, Nick Clegg, el líder de los Lib-Dem y otros 27 compañeros de partido votaron a favor. Esto es lo que desde el principio ha encendido la ira de los estudiantes, muchos de los cuales votaron a Clegg en las elecciones del pasado mayo. Hay por consiguiente un profundo sentimiento de traición hacia los Lib-Dems, de los que han aprendido que “no se puede confiar”. Un diputado de este partido comentó el jueves a una reportera de la BBC que el único compromiso que volverá a firmar será el de no hacer ningún compromiso nunca más. Por lo tanto, nos encontramos ante una profunda crisis de la democracia liberal, que ha demostrado que no depende de la voluntad popular, tal y como siempre se nos ha enseñado. La única excusa que los Conservadores tenían para intentar convencer a los estudiantes es que no comenzarían a pagar el precio de las matrículas hasta que empezaran a ganar un mínimo de 21.000£ anuales, debido al sistema de préstamos que existe en el Reino Unido. El problema radica, sin embargo, en que la deuda que los estudiantes de grado tendrán al final de la carrera será de entre unas 30.000 y 38.000 libras. Según las estimaciones del Instituto de Estudios Fiscales, un graduado medio tendría que ganar unas 50.000 libras al año durante 26 años para pagar toda la deuda. Esto generará por tanto un importante endeudamiento entre los británicos que no solo les afectará a ellos, sino también al Estado. La razón por la que se supone que se quieren poner en práctica estas medidas es para paliar la importante deuda que tiene el Estado británico. Sin embargo, como se ha criticado constantemente, estas reformas no van a ayudar en nada a solucionar esa deuda, sino que simplemente van a ayudar a desmantelar el Estado del Bienestar. Eso es básicamente lo que se pretende con todos los recortes que se van a llevar a cabo en todos los sectores públicos británicos, como se puede deducir del estudio Comprehensive Spending Review (Análisis del Gasto Comprensivo) en el que se hizo pública la voluntad de poner en práctica todos estos recortes. .

Mientras se votaban estas medidas en el Parlamento, el centro de Londres se convertía en un auténtico polvorín. Las dos marchas de estudiantes que habían sido convocadas a las once de la mañana en el centro de Londres se juntaron en Westminster, frente al Parlamento. En principio, los estudiantes no tenían permitido acercarse a Parliament Square. La policía intentó pararles y se repitieron los “kettles” de los que ya hablamos en la segunda entrega de esta serie, una especie de cordón policial que no dejaba continuar la marcha de los estudiantes. Sin embargo, los estudiantes pudieron llegar hasta Parliament Square, donde se concentraron para protestar frente al Parlamento contra la subida de los precios de la matrícula que se estaba debatiendo dentro. Alrededor de las 3.45 las cosas se pusieron violentas. Los policías acordonaron a los estudiantes, los estudiantes presionaron para intentar rebasar el cordón policial y la violencia se desató. Se atacó a los manifestantes con bastones, incluso desde los caballos que estaban escoltando la marcha. A su vez, algunos estudiantes lanzaron vallas a los policías. Las imágenes de lo que estaba pasando alrededor de las cinco de la tarde dentro y fuera de las Casas del Parlamento eran asombrosas. Mientras los diputados discutían sobre las medidas que estaban a punto de votar, una multitud de personas estaban fuera del Parlamento gritando contra lo que estaban a punto de aprobar en la Cámara de los Comunes. Varias hogueras se encendieron, mientras la masa de gente allí concentrada permanecía retenida por la policía, sin poder salir. Sobre las 5.40 de la tarde llegó la noticia sobre el resultado de las votaciones. Los estudiantes la recibieron desilusionados, aunque en gran parte estaban resignados respecto a lo que podía pasar en el Parlamento. Es a partir de este momento cuando se intensificó la violencia. Varios grupos de manifestantes comenzaron a tirar adoquines a la policía y a romper cristales en varios edificios gubernamentales. La policía respondió más que contundentemente. Empezaron a golpear a porrazo limpio a todos los manifestantes, tanto la policía de a pie como desde los caballos. El parte de heridos fue de 43 manifestantes y seis policías que tuvieron que ser hospitalizados. Un estudiante de 20 años tuvo que ser operado de urgencia por una hemorragia cerebral causada por los golpes propinados por la Policía Metropolitana de Londres. En plenos enfrentamientos, hubo grupos de manifestantes que se desperdigaron por el centro de la ciudad desplegando su ira. Intentaron quemar el enorme árbol de Navidad que hay en Trafalgar Square, pero el intento fue frustrado. Justo después ocurrió el famoso incidente con el Príncipe Charles, cuando él estaba intentando ir tranquilamente al teatro, ajeno a las luchas estudiantiles que estaban teniendo lugar en el centro de la ciudad.

La camiseta de un estudiante que se manifestó el jueves en Londres rezaba: “No future. Too expensive” (“No hay futuro. Es demasiado caro”). Eso es lo que les puede pasar a muchos jóvenes británicos que no tienen dinero suficiente como para permitirse una carrera. Y para muchos departamentos universitarios parece ser que su futuro también les puede resultar muy caro, si es que se lo pueden permitir. Pero esto no significa que no haya futuro para la lucha estudiantil, sino más bien todo lo contrario. El movimiento estudiantil británico se ha despertado y no se va a volver a dormir tan rápidamente. Como decía otro estudiante a un periodista de The Guardian nada más conocer el resultado de la votación en el Parlamento: “The fight is not over. It’s the beginning” (“La lucha no ha terminado. Es sólo el principio”).

jueves, diciembre 09, 2010

Las universidades británicas en lucha por su futuro (III): ¿el día final para la Educación Superior?

El 9 de diciembre estaba marcado desde hace días en el calendario británico como una jornada de extrema importancia. El Parlamento vota hoy las medidas que el nuevo Ejecutivo del país se ha propuesto tomar en Educación. Entre ellas, el más que polémico incremento de las matrículas universitarias hasta 9.000 libras y un recorte sin precedentes en el presupuesto para Universidades (para saber más sobre las medidas, lee aquí). Según un estudio realizado por el sindicato universitario UCU, unas 49 universidades -lo que implica alrededor de un tercio del total de las universidades británicas- podrían estar en riesgo de cierre debido a los recortes. Las movilizaciones que se han vivido durante el último mes pretenden desembocar hoy en una marcha como la que se vivió el pasado 10 de noviembre en Londres, en la que 50.000 personas salieron a la calle para protestar contra los recortes en Educación y la subida del precio de las matriculas. El objetivo principal es presionar al Parlamento para que no aprueben hoy esas medidas que podrían significar un deterioro irreversible de la Universidad, así como la exclusión de gran parte de la población a la Educación Superior. Ayer se celebró un nuevo día de acción a nivel nacional, que sirvió para calentar motores para el que ha sido llamado “Día-D para la Educación”, en el que el futuro de la Educación Superior pública está en juego, tanto en las calles como en el Parlamento

La NUS (National Union of Students) ha lanzado en los últimos días una campaña de presión a los diputados que firmaron como compromiso electoral no subir el precio de las matrículas. Se insta a los estudiantes a que escriban un correo al diputado elegido por su demarcación pidiéndole que haga cumplir su compromiso. Además, en los edificios de las Student Unions de algunas universidades se han creado “muros de la vergüenza” en los que aparecen las fotos de todos los diputados que prometieron votar en contra de cualquier tipo de incremento de las matriculas. Las cuentas, de hecho, no están nada claras de cara a las votaciones. Hay por lo menos tres diputados Liberal-Demócratas que han confirmado que votarán en contra, a los que se les han sumado otros dos diputados Conservadores que también firmaron su compromiso de no votar a favor del incremento de las tasas universitarias. Gran parte de los representantes parlamentarios de los Lib-Dem están todavía considerando su posición. Nick Clegg, el líder Liberal-Demócrata y la figura más vilipendiada durante las movilizaciones, ha hecho público ya que él sí votará a favor, incumpliendo por tanto su compromiso electoral y con los estudiantes. La división que puede haber entre las filas de los Lib-Dem es más que evidente. Clegg ha reconocido que no todos sus compañeros de partido “andarán sobre el fuego” con él. Ed Milliband, el actual Secretario General del Partido Laborista, quiso también ponerle en jaque y seguir con la presión hacia los Liberal-Demócratas declarando el pasado domingo que la subida de los precios de las matrículas era “un acto de vandalismo”. Añadió además la propuesta de poner en práctica un sistema de tasas progresivas. Alan Johnson, portavoz de los Laboristas, ha cambiado su posición al respecto en los últimos días. Al principio no apoyaba esta medida, porque no la veía viable, pero finalmente ha cambiado su parecer, y ha admitido que sería una opción más justa para repartir gastos entre el Gobierno y los estudiantes. El Partido Laborista se ha mostrado en la última semana mucho más contundente en contra de las medidas que la coalición de Gobierno quiere llevar a cabo y ha anunciado ya su voto en contra. Su posicionamiento viene además acompañado por la negativa a renunciar a uno de sus votos para equilibrar la ausencia del Lib-Dem Chris Huhne, Secretario de Estado de Cambio Climático, que está actualmente en la Cumbre de Cancún y que podría volver expresamente para la votación. Los Laboristas han visto por lo tanto que la crisis de Gobierno que está implicando la puesta en marcha de estas medidas puede crear una importante fractura dentro de la coalición.

Hay, sin embargo, otro partido que se está jugando en las universidades y en la calle. Pretende en cualquier caso recuperar el control que la democracia, se supone, hace recaer en los ciudadanos. Ése es el fin de la marcha que hoy pretende hacerse oír durante las votaciones en el Parlamento. De momento, las ocupaciones siguen en una docena de universidades, a las que se les ha añadido la de un instituto en el barrio londinense de Camden. Si bien es cierto que las protestas de ayer fueron menos numerosas –el cansancio se nota durante un mes de movilizaciones casi continuas-, el ambiente para la gran marcha se prevé caldeado. Una anécdota de lo ocurrido ayer nos puede servir para ilustrar lo que está pasando actualmente en el Reino Unido. Un grupo espontáneo de estudiantes decidió, al finalizar la manifestación, ir a ocupar la sede del Banco Santander que hay en el campus de la Universidad de Leeds. La reivindicación planteaba que mientras muchas librerías se están cerrando en las universidades británicas, los bancos son bienvenidos en todos los campus universitarios. Éste es además un curioso ejemplo de cómo la globalización económica también implica una globalización de los blancos a los que el movimiento estudiantil apunta. El Banco Santander posee oficinas bancarias en prácticamente todas las universidades españolas, pero en su expansión internacional, también está copando los campus británicos. Si en su día fue foco de las protestas que se vivieron en España en contra del Proceso de Bolonia y objetivo de una ocupación en Barcelona, los estudiantes británicos también han entendido que esta situación es paradigmática de la privatización encubierta que medidas como estas están potenciando en la Educación Pública. Los recortes en Educación son además parte de un gran paquete de reducción presupuestaria en todos los sectores públicos. Se trata por tanto del desmantelamiento de las bases del Estado de Bienestar, algo que está pasando por toda Europa, pero que aquí recuerda –y mucho- a la oscura era de Thatcher. El malestar sobre lo que le puede pasar a la Universidad es latente entre los estudiantes y profesores que se están movilizando estos días. No es para menos. El futuro de la Educación Superior está en juego.

miércoles, diciembre 01, 2010

Las universidades británicas en lucha por su futuro (II): los estudiantes siguen con las ocupaciones y las movilizaciones

Las universidades británicas han continuado con las movilizaciones durante esta semana. El 30 de noviembre fue el tercer día de acciones a nivel nacional en el Reino Unido, después de la gran manifestación del 10 de noviembre en Londres y de las diferentes movilizaciones que se vivieron el 24. De hecho, doce universidades han seguido ocupadas desde el miércoles de la semana pasada y allí no ha cesado en ningún momento la actividad. Las siguientes grandes movilizaciones se están planeando para el 9 ó el 11 de diciembre, coincidiendo con la votación en el Parlamento sobre la subida de las matriculas universitarias, que podían alcanzar las 9.000 libras, y que se rumorea se llevará a cabo a mediados de diciembre. La aprobación de estas medidas no está clara, ya que los Liberales-Demócratas, que gobiernan en coalición con los Conservadores, han protagonizado diversos vaivenes entorno a su posición. Si en la campaña electoral, Nick Clegg, líder de los Lib-Dem prometió no hacer ningún recorte en Educación, meses después se desdijo y declaró que a veces no se puede controlar lo prometido, pasando a defender los enormes recortes en presupuesto educativo, así como la subida de los precios de las matrículas. Un día antes de esta última movilización, envió una carta a Aaron Porter, presidente de la National Union of Students, diciéndole que los estudiantes no habían entendido bien las propuestas y que la subida del precio de las matrículas no iba a privar a ningún estudiante de acceder a la Universidad. Porter le respondió acusándolo de “traidor”, ya que no sólo no vota en contra de subir las matrículas como prometió, sino que ahora que forma parte de la coalición de gobierno las quiere además triplicar. Dentro de las filas de los Liberales-Demócratas, hay 104 antiguos parlamentarios que han firmado una petición para que el partido mantenga su propuesta electoral y no vote a favor de las medidas que el Gobierno quiere llevar a cabo en Educación. Entre las personas a las que iba destinada esta petición esta Vince Cable, actual Secretario de Estado de Universidades, quien ha dicho que está dispuesto a abstenerse en la votación para respetar la unidad del partido.

Mientras tanto, los estudiantes siguen en pie de guerra. A los universitarios se les ha sumado una parte de los estudiantes de instituto, que ven cómo estas medidas pueden afectar directamente a su futuro. No sólo en cuanto a su acceso a la Universidad, sino también por la supresión del EMA (Education Maintenance Allowance), una beca que reciben estudiantes de entre 16 y 18 años para seguir estudiando más allá de la educación obligatoria. Con esta ayuda, reciben una cantidad de unas 10 ó 30 libras por semana. Es además un tipo de beca que va destinada a las personas con menos ingresos económicos y que generalmente se centra en las áreas económicamente más desfavorecidas. El curso pasado unas 635.000 personas se beneficiaron de esta ayuda. Su supresión podría significar que gran parte de las clases bajas del Reino Unido no puedan aspirar a la Educación Superior. En la ocupación de la Universidad de Leeds, un grupo de adolescentes de un instituto de la ciudad explicaba cómo habían movilizado a todo su centro para que acudieran a las manifestaciones. Ésta también era su lucha porque, como decían, a ellos también les gustaría poder ir algún día a la Universidad. Todo el auditorio del Rupert Beckett Theatre recibió su discurso con aplausos. Más tarde, Malcolm Povey, presidente de la delegación del sindicato UCU en Leeds, proclamaba lo orgulloso que estaba de la acción que los estudiantes estaban llevando a cabo, un sentimiento que repitieron todos los oradores de cierta edad que tomaron la palabra en la asamblea general que se celebró en el espacio ocupado. “You are about the change. You are about the future” (“Vosotros sois el cambio, sois el futuro”), espetó Povey. El sindicato de profesores de Educación Superior UCU, mayoritario en las universidades británicas, está apoyando todas las movilizaciones de los estudiantes, sin embargo no ha tomado todavía medidas directas que llamen a sus afiliados a la movilización (aparte de convocarles a la gran marcha del 10 de noviembre en Londres). Se ha anunciado, no obstante, que en enero posiblemente convocarán huelgas en todos los centros del país. Esta acción parece ser más que urgente y enero puede ser demasiado tarde. Las medidas se votarán en el Parlamento probablemente en diciembre y la única medida que puede paralizar la Universidad sería una huelga general de los profesores y el personal de administración y servicios. Por eso, es más que necesario que este tipo de acciones lleguen cuanto antes. La NUS, que a partir de los altercados en Millbank, la sede central del Partido Conservador, se había mantenido al margen de las movilizaciones estudiantiles, está comenzando a dar apoyo a todas las acciones estudiantiles, tanto manifestaciones como ocupaciones. Aunque parece que se ha conseguido una unidad entre profesores y estudiantes, es la National Campaign Against Cuts and Fees (Campaña Nacional Contra los Recortes y las Tasas) la que está llevando el peso de las movilizaciones en todo el país.

Bajo esta convocatoria, las manifestaciones del 30 de noviembre volvieron a sacar a los estudiantes a la calle por toda la geografía británica. Y esta vez con un frio helador. En Leeds, bajo una temperatura de unos dos grados bajo cero y las calles cubiertas de nieve (no ha parado de nevar en una semana, algo nada habitual por estas fechas), la pancarta más acertada parecía ser una que rezaba: “Capitalismo quiere decir crisis y caos climático”. Las manifestaciones han sido realmente menos numerosas que las dos anteriores, pero eso no ha sido óbice para que los habituales hayan protestado más alto que nunca. Se respiraba además un ambiente enrarecido hacia la policía. Una estrategia policial parece haberse puesto de moda, el ‘kettle’, un tipo de cordón policial para cerrar a los protestantes durante un tiempo indefinido en un espacio sin que puedan salir de éste. Es lo que pasó el miércoles pasado en Londres en Whitehall, en donde los manifestantes estuvieron retenidos durante hasta siete horas. De cara a esta nueva jornada de movilización nacional se explicaba a todos los manifestantes, mediante videos o panfletos, cómo comportarse ante posibles ‘kettles’ organizados por la policía. En la ocupación de la UCL, en el céntrico barrio londinense de Bloomsbury, un abogado dio también una charla sobre los derechos legales de los manifestantes ante acciones como las que realizó la policía el miércoles pasado. Un estudiante entrevistado por The Guardian expresaba como el ‘kettling’ debe ser considerado una forma de violencia, incluso si no supone contacto corporal, porque se está reteniendo a alguien en contra de su voluntad, lo que se agrava con las temperaturas que se están soportando estos días. Las marchas que tuvieron lugar por todo el país transcurrieron con normalidad, excepto por algunos enfrentamientos que se dieron entre la policía y los manifestantes en Trafalgar Square, cuando se intentaba desalojar a los protestantes al final de la manifestación. Esta acción se saldó con 146 detenidos, de los 153 en total que hubo en la capital londinense al cabo de la jornada de protestas. Momentos antes, también se habían vivido momentos de pánico cuando unos 4.000 estudiantes que marchaban hacia las Casas del Parlamento trataron de eludir un supuesto ‘kettle’ de la policía, algo que ocurrió también en otros puntos del país. En Birmingham, en Oxford y en Lewisham (Sur de Londres), se ocuparon temporalmente los ayuntamientos. El balance al final de la jornada fue de 32 edificios ocupados. Las movilizaciones prometen seguir en los centros educativos. El debate, aunque tampoco es generalizado en todas las aulas, se está dando entre profesores, estudiantes y otros miembros de la comunidad educativa. Son conscientes de que esta lucha no es algo que incumba solamente a la Universidad, sino que son medidas que están afectando a todos los servicios públicos y que amenazan con desmantelar el Estado del Bienestar. Es una lucha además que tampoco se reduce al Reino Unido. Las luchas que se están viviendo en Italia estos días resuenan habitualmente en los centros ocupados, así como las medidas que se están poniendo en práctica contra la Educación Publica en Grecia y, en general, en todos los países de la Unión Europea. Estas luchas son el único método que queda a la población británica para defender su futuro, para poder controlarlo. La decisión de lo que puede pasar parece recaer sin embargo en unas personas que no sienten ninguna responsabilidad hacia las personas para las que gobiernan y de las que recibieron su voto. La democracia liberal ha demostrado su ineptitud a la hora de representar los intereses de la clase mayoritaria, la clase obrera. Por aquí es donde hay que atacarla. Y la única manera de hacerlo es saliendo a la calle. Los estudiantes lo harán, a pesar de la nieve…

jueves, noviembre 25, 2010

What’s Going On in the UK? Las universidades británicas en lucha por su futuro

Algo está pasando en el Reino Unido. Algo que tiene que ver directamente con el futuro de la Universidad. El pasado 10 de noviembre, unas 50.000 personas, entre estudiantes y profesorado, se manifestaron en Londres. El 24 de noviembre, las movilizaciones tuvieron lugar en diferentes puntos del país y desembocaron en las ocupaciones de algunos centros. Cabe decir que el movimiento universitario en el Reino Unido no es un movimiento muy experimentado. De hecho, aparte de las movilizaciones en contra de la guerra, no se recuerdan movilizaciones estudiantiles similares a las de los últimos días desde la era de Thatcher. Por tanto, estas jornadas de protesta que se están sucediendo en los últimos días por todo el país marcan una nueva y excepcional etapa en la vida universitaria británica, que teme realmente por su futuro. ¿Pero por qué protestan estudiantes y profesores universitarios? Las razones son más que contundentes.

El Reino Unido es un caso más, y no menor, de los cambios que se están produciendo en toda Europa en la Educación Superior. La incertidumbre y el malestar sobre lo que podía pasar con las universidades británicas era un sentimiento que se vivía ya el año pasado, cuando todavía estaba Gordon Brown en el poder. Los recortes en Educación eran ya algo anunciado. El cambio de gobierno no hizo sino acelerar (y agravar) la situación. Meses después de la llegada al poder de la coalición entre Conservadores y Liberal-Demócratas, los planes se hicieron públicos, pese a que Nick Clegg, líder de los Lib-Dem y actual Viceprimer Ministro prometió en la campaña electoral que no haría recortes en Educación. A partir de la publicación del informe “Independent Review of Higher Education Funding and Student Finance” el pasado 12 de octubre, más conocido como Browne Review (ya que está redactado por Lord John Browne, Baron of Madigley y antiguo presidente ejecutivo de BP, entre muchos otros cargos), se ha planteado que el presupuesto dedicado a las Universidades debe afrontar una bajada que puede llegar hasta el 80%. El presupuesto de las universidades puede bajar de los actuales 3.500 millones de libras hasta los 700 millones. El presupuesto para la investigación puede bajar también en un millón de libras. Pero estas medidas no vienen solas. A la vez se planea que las matrículas universitarias pasen de las 3.290£ por año que cuestan actualmente hasta una cifra que puede llegar según algunos cálculos a ser de entre 7.000 y 9.000£. La cifra actual es, en efecto, suficientemente elevada. ¿Cómo pueden permitírsela entonces los estudiantes británicos? Lo hacen principalmente a través de préstamos. Fue en el 1998, con el gobierno de Tony Blair, cuando los estudiantes no sólo tuvieron que empezar a pagar una matrícula de 1.000£ por año, sino que también se suprimió el sistema de becas y se potenció el sistema de préstamos, que ya existía, pero con una inversión inferior. En 2004, la matrícula subió hasta unas 3.000£. Los préstamos son, por tanto, una necesidad para completar los estudios para más de un millón de personas. Actualmente los préstamos los da el Gobierno a través de la Students Loan Company (SLC), que se trata por lo menos de un ente público. Los préstamos deben ser devueltos por el estudiante con un bajo interés en un plazo de sesenta mensualidades a partir de cuando empiezan a cobrar una cantidad de alrededor de 15.000£ por año. Lord Browne, en su enorme bondad y profundo conocimiento de las clases populares, ha matizado que ahora no tendrán que empezar a pagar hasta que no lleguen a un sueldo de 21.000£ al año. Claro está que la deuda será mucho mayor.

El mecanismo de cómo ven que debe funcionar la Universidad no nos es ajeno. La reducción de dinero público destinado al presupuesto universitario se ve compensado por la enorme subida de las matriculas. Éstas pasan a ser la fuente principal de financiación de la Universidad, lo que deja, por supuesto, en una situación muy precaria a la Universidad. Cuando se dice en el Browne Review que todos los programas universitarios menos Medicina, Ciencias, Ingeniería y Lenguas Modernas podrían dejar de recibir dinero público se está diciendo, obviamente, que las demás carreras deberán buscarse la vida para poder subsistir. Por un lado deberán hacer frente a los costes con el dinero de las matriculas de los estudiantes, lo que pese a su incremento deja un margen poco amplio para que los diferentes departamentos puedan conseguir un buen funcionamiento. ¿Por el otro? Algo que ya venimos anunciando desde hace años: la Educación Superior deberá supeditarse a la lógica del mercado, es decir, ‘si no hace dinero, no es importante.’ La plataforma University of Leeds Against Cuts pone un ejemplo que nos es conocido, si bien con otros nombres. Esta vez se trata de un ejemplo claro, conciso y real, que se va a llevar a cabo en breve. La Universidad de Bradford ha anunciado recientemente un programa de grado ‘Morrisons’ (importante cadena de supermercados en el norte de Inglaterra, con base en esta ciudad de Yorkshire), que promete que tendrás “una gran carrera en los supermercados, gracias a una carrera de supermercados.” Otra vez el sempiterno truco de hacer pensar que la responsabilidad que la Universidad tiene con la Sociedad es la de beneficiar directamente a las empresas y no la de generar conocimiento y un espíritu crítico e independiente. El espíritu que guía sin embargo al Browne Review y a todos los cambios que se están produciendo actualmente en la Educación Superior es el de alejar la Universidad del sistema público y acercarlo a los intereses privados. Algo que cuadra perfectamente con el informe “Estrategia Universidad 2015: La gobernanza de la universidad y sus entidades de investigación en innovación” en España, firmado por la Fundación Conocimiento y Desarrollo, presidida por la señora Ana Patricia Botín, que llega a afirmar que el rector no tiene por qué ser un académico, sino por ejemplo un hombre de negocios, lo que agilizaría el funcionamiento de la Universidad (aparte de privatizar todos los sistemas de gestión dentro de las universidades, claro).

Las reformas que se espera se lleven a cabo en Educación en el Reino Unido significan, entre otras cosas, la posible pérdida de hasta 200.000 puestos de trabajo, tal y como anuncia el sindicato universitario UCU. Por otra parte, un 40% de los estudiantes del equivalente a Bachillerato en el Reino Unido dicen que si salen adelante las medidas que propone el Browne Review reconsiderarán si ir a la Universidad, según publica The Guardian.

Estas medidas han sacado a la clase universitaria a la calle. El 10 de noviembre se produjo una de las manifestaciones más numerosas que se recuerdan en el país en los últimos años. Unas 50.000 personas acudieron a la convocatoria de la National Union of Students (NUS) y la University and College Union (UCU) a marchar por las calles de Londres. Estudiantes y profesores de todos los puntos del país llegaron a la capital para protestar contra las reformas que pretender minar el sistema público universitario británico, que podría llegar a convertirse en el más caro de todo el mundo si se hacen realidad las medidas anunciadas. La enorme afluencia desbordó las expectativas de la organización, lo que provocó que la manifestación se dividiera y se dirigiera a diferentes objetivos. Una de las facciones fue a parar a la Millbank Tower, donde el Partido Conservador tiene su sede central. Unas pocas personas provocaron actos de violencia, rompiendo los cristales, destrozando el mobiliario y “ocupando” el edificio. Mientras tanto, unas dos mil personas se concentraban pacíficamente fuera lanzando cánticos contra los tories. Por supuesto, esto fue aprovechado por la mayoría de medios para tildar esta protesta de violenta y para eclipsar el contenido real de la movilización.

El 24 de noviembre los estudiantes volvieron a salir a la calle. Esta vez en diferentes puntos del país. Se calcula que hasta unas 130.000 personas salieron a la calle para continuar con las movilizaciones que empezaron el día 10 de noviembre y que no dan viso de parar en los próximos meses. Esta movilización no fue convocada por la NUS, tildada generalmente de institucionalista, sino que fue promovida por las diferentes plataformas y asambleas que participan bajo la National Campaign Against Fees and Cuts. La jornada transcurrió bajo un intenso y saludable clima de protesta entre unos estudiantes que, se nota, son nuevos en esto de las movilizaciones estudiantiles. Lejos de ser negativo, viejas controversias se dejan de lado para unir a estudiantes de todo tipo. Además, este clima generó un profundo ingenio a la hora de inventar algunos de los lemas y carteles que los estudiantes confeccionaban a lo largo de las marchas, si bien hay una falta de cierta conciencia política. No obstante, sigue habiendo muchos estudiantes que parece que esto no les comprometa (de hecho, el incremento de la matrícula no afectaría a los estudiantes que ya han comenzado su grado, aunque los recortes los notarán directamente en la calidad de la educación que reciben). Los únicos incidentes ocurrieron en Londres, en donde unos 4.000 protestantes fueron acordonados por la policía en Whitehall, frente al Parlamento y Downing Street, donde estuvieron retenidos durante horas en contra de su voluntad. Sin embargo, la nota dominante en los diferentes puntos del país fue la de seguir con las movilizaciones a través de la ocupación de algunos centros en diferentes universidades. Así, se ocuparon algunos espacios en universidades tan importantes como la UCL, la London South Bank University, Oxford, Warwick, Manchester Metropolitan o la University of Leeds. En estas ocupaciones se intenta crear un espacio de debate, de participación estudiantil y sirve como medida de presión a las diferentes universidades para oponerse a los recortes que el Gobierno quiere llevar a cabo. En la Universidad de Leeds, estas jornadas de lucha se completan con el programa “Really Open University” y bajo el slogan de “Reimagina la Universidad”, en el que se están realizando varios talleres como alternativa a una Universidad cada vez más mercantilizada. La ocupación del Rupert Beckett Theatre, una de las salas más importantes de la universidad, sirve como centro neurálgico de la ocupación, en donde los estudiantes se reúnen para decidir cuáles van a ser los próximos pasos en la lucha. De momento, ya hay anunciada una nueva movilización en todo el país para el próximo martes día 30 de noviembre.